La FAMUS rinde honores a Ricardo Martínez Leal - Vida Universitaria - Universidad Autónoma de Nuevo León

2022-05-25 09:09:18 By : Mr. Richie Zhang

La Facultad de Música de la UANL reconoce la ejemplar trayectoria de su Profesor Emérito y coloca una placa con su nombre en el Laboratorio de Música Electroacústica, espacio que permite una experiencia educativa más lúdica a los estudiantes.

Por: Guillermo Jaramillo   Fotografía: José Luis Macías

Luego de 30 años de recolectar, confeccionar y perfeccionar algunos sofisticados instrumentos musicales para conformar el Laboratorio de Música Electroacústica, el maestro Ricardo Martínez Leal recibe honores por parte de la Facultad de Música (FAMUS) al acuñar su nombre en la placa de este espacio. 

El Rector Rogelio Garza Rivera y el Secretario de Extensión y Cultura de la UANL, José Garza Acuña, atestiguaron este homenaje que la comunidad universitaria otorga a su Profesor Emérito; la Coordinadora de la FAMUS, Graciela Mirna Marroquín Narváez, encabezó este acto.

En su visita a la FAMUS, el Rector Rogelio Garza Rivera presenció una clase de modalidad híbrida, donde los alumnos externaron su entusiasmo por cursar este tipo de programa de estudios; actualmente la UANL cuenta con más de 900 aulas virtuales y, para ampliar la cobertura educativa, se espera llegar a mil en enero próximo. 

En el interior del Laboratorio de Música Electroacústica, funcionarios universitarios y medios de comunicación somos transportados a otra dimensión, donde ondas electromagnéticas y reacciones fotosintéticas producen algo de lo que el galardonado músico griego Vangelis llamó “música de las estrellas”.

Largo tiempo estuvo Ricardo Martínez Leal en la búsqueda de piezas, elementos que a simple vista parecieran no embonar los unos con los otros, como es el caso de tres cabezas de muñeca que en primer plano dan un aspecto macabro a un anaquel, pero una vez que la oscuridad impera en el recinto reaccionan o se accionan y musicaliza al más mínimo contacto con la luz de una lámpara. 

En un escritorio se encuentra colocada una bola de algún elemento o imitación del acero. Cromada en su totalidad, la pieza provoca el tacto, mismo que no alcanza a concretarse cuando una serie de notas musicales salidas de alguna luna de Saturno se eleva en la habitación.

Nada más cercano a la magia, esta sección de instrumentos “raros” responde a la ingeniería entre la música y la ciencia. En realidad, la música se explica científicamente como una serie de armonías producidas por la deliberada tensión o vibración del aire.

El laboratorio es el espacio de un científico musical, donde cabe resaltar que un theremín es el instrumento más ordinario, por decir de alguna manera, en el sitio.

Y para comprobar que estudiar y aprender es divertido, el propio Rector tomó en sus manos dos objetos similares a marca textos, que uno también podría confundir con blancas baquetas de innovador diseño, que al agitarlas reaccionan como si en el aire se estuviera acariciando un piano invisible. 

Efectos de coordinación wifi, que entre otros instrumentos no menos interesantes, conforman el ahora Laboratorio de Música Electroacústica “Ricardo Martínez Leal”. 

La historia de Martínez Leal con la música es vasta, íntima, emocionante, un ejemplo de que tensar el viento; es decir, el efecto que produce la música puede traducirse a la vida misma. Al principio quiso seguir los pasos de Rick Wakeman, tecladista de la banda inglesa de rock progresivo Yes.

En 1968, Ricardo Martínez Leal y Jorge Emilio Ruiz Guevara, mejor conocido como “Romel”, el gran perro rosa, tenían una banda de rock & roll. Los sesenta alcanzaban su final y la música pop lo sabía, pues la separación de The Beatles y el surgimiento de una serie de bandas comerciales marcaban el nuevo giro de la industria. 

Tal vez por eso Ricardo decidió estudiar música formalmente en la entonces Escuela de Música de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

¿Cómo llegó Ricardo Martínez a la FAMUS? Larga historia con detalles significativos como decidir realizar estudios en el extranjero, sobreponerse a las inclemencias del panorama económico mundial de su época y no cesar en su afán de perfeccionar su técnica de composición.

En 1976 recibe una beca de la UANL, con Luis Todd como Rector, para estudiar en Canadá; posteriormente recibe apoyos del Grupo Alfa; finalmente pudo formarse un semestre completo y su estadía se prolongó a tres años. Lamentablemente, la devaluación del peso mexicano en 1982 lo hizo regresar.

“Me dijeron que podía regresarme a México sin problema, pues todavía sobraba algo de la beca para realizar esos trámites. Yo les pregunté que si deseaba quedarme más tiempo qué procedía, y su respuesta fue que sería por mi cuenta. Me quedé un año más en Canadá pero me encontré que vivir así bajo la devaluación del peso mexicano era insostenible, porque el dólar aumentó de 25 pesos a 160 pesos mexicanos”.

A su regreso a la ciudad de las montañas, se dirigió a la FAMUS para ofrecer sus servicios profesionales. Héctor Montfort era el director de la facultad y la OSUANL, y al enterarse que Martínez Leal había estudiado percusiones en Canadá, le ofreció un puesto en la Sinfónica. Sin embargo, Ricardo aspiraba a impartir clases de composición.

Martínez Leal trabajó con preescolares en lugares como la Secretaría de Educación Pública o el Colegio Americano, hasta que en 1987 pasó a visitar la FAMUS, ahora ubicada en el Campus Mederos, y al arribar al recinto encontró a un hombre intentando arreglar una tuba con un mazo. 

Era Ricardo Gómez Chavarría, director en ese entonces de la facultad, quien le ofreció empleo como profesor de aula; muchos años antes lo había invitado como chelista en la Orquesta Sinfónica de Saltillo.

“El maestro Gómez me pidió ayudarle con los planes de estudio, restructurar contenidos para que la escuela pasará a ser facultad y pudiera impartirse una licenciatura. Poco antes de ayudarle en lo administrativo, me había encomendado dar clase a dos estudiantes, una de ellas era su hija Lourdes. Ahí empecé mi relación como maestro ya de la facultad.

Ya había tenido relación laboral con el maestro Gómez. Cuando yo era estudiante interpretaba el chelo, y el maestro un día iba pasando por un salón y me escuchó y me ofreció trabajo, en ese entonces él era director de la Orquesta Sinfónica de Saltillo, en Coahuila, eso sería en 1977. Me prestó un chelo para tocar en aquel entonces con la orquesta”.

Aquellos músicos, quienes eran llevados a ensayar a Saltillo por dos autobuses coahuilenses que los recogían en la explanada de Colegio Civil y el mismo día los regresaban a la Catedral de Monterrey, además formaban parte de la Banda del Estado.

“Eran maestros de maestros, yo fui muy afortunado de aprenderles a todos ellos y formarme a su lado”, explicó quien también fuera alumno fundador de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey (ESMYD).

Ricardo anima a sus estudiantes a investigar por su cuenta, subrayándoles las bondades de la virtualidad en cuanto a estudio teórico se refiere. 

“Les digo a mis estudiantes que lo que yo aprendí en 10 años ellos lo tienen que aprender en un semestre, y todo el material que yo batallé años en conseguir ellos con un click ya lo descargan. Les digo que no tienen excusa para no investigar las tareas. Para conseguir una partitura me tardaba a veces cinco años, y en muchas ocasiones en ello usé mis ahorros”, detalló el profesor.

Martínez Leal y Ruiz Guevara recordaron a una “rusa” dueña de un buen repertorio de partituras, algunas tan exclusivas que sólo la “manejaba” por copias fotostáticas. 

Conseguir el disco, o en la música contemporánea conseguir las partituras era muy difícil. Primero uno tenía que ver qué catálogo tenían, cuánto me costaba el envío, después hacer el depósito en el banco”.

Frente a las bondades de la virtualidad, el profesor emérito por la FAMUS, aconsejó a los estudiantes ir a buscar experiencias, como hiciera él en el extranjero.

“Aún y que ahora pueden tomar un curso con algún profesor europeo mediante la virtualidad, yo les recomiendo ir a buscar la experiencia de estar en un país extranjero, con un idioma extranjero y una cultura distinta, la manera de entender, la manera de vivir, experiencia humana invaluable, independientemente del profesional, es una experiencia humana que a final de cuentas te viene a pegar en lo profesional también porque valoras muchas cosas que de otra manera no las valoras”, instó Ricardo. 

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