Pros y contras de la ‘succión’ directa de gases que calientan la atmósfera

2022-09-03 04:02:54 By : Ms. mary hou

C.Gebald (a la izquierda) y J.Wurzbacher, fundadores de Climeworks

El alto coste de la captura directa y almacenamiento del CO2 es uno de los telones de Aquiles de esta tecnología, pero esto no disuade a sus promotores, que tienen puesto el foco a largo plazo. “Es una técnica que va avanzando; y, a medida que se vayan incrementando las inversiones y se abaraten los costes, experimentará una evolución parecida a la que tuvieron las energías renovables, por las que nadie daba un duro hace unos años”, pronostica Mariano Marzo, director de la cátedra en Transición Energética de la Fundación Repsol-Universitat de Barcelona, y catedrático emérito. Marzo cree que cada vez se necesitará más esta técnica “porque no se trata solo de reducir emisiones sino de retirarlas de la atmósfera”.

Ahora, la tecnología de captura directa de CO2 es la más cara entre las opciones de captura, uso y almacenamiento de este gas (ver gráfico); pero “es una solución que va a tener futuro; y a medida en que el precio de los derechos de emisión del CO2en el mercado va en aumento, llegará un momento en que será rentable”, añade el profesor Marzo.

Los proyectos de captura directa exploran las posibilidades futuras que ofrece vender los derechos de emisión (del CO2capturado y no arrojado) a las empresas que lo necesiten.

Ahora “no parece que esta tecnología vaya a desempeñar un gran papel. El precio de captación directa del CO2con esta tecnología es ahora muy alto, 300 ó 400 dólares por tonelada de CO2. Hay otras opciones, como las plantas solares o el gas, con costes un 80% o un 90% inferiores, de unos 30 dólares la tonelada o, incluso, menos de cero”, dice Dirk-Jan van de Ven, investigador del Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3), experto en modelización de sistemas integrados.

Van de Ven admite que “estas máquinas son modulares” y que, por lo tanto, “el aprendizaje para abaratar los costos va a ser rápido”; por eso, “si hay mucha demanda, bajarán los costes y puede llegar un momento en que sean competitivas”. No obstante, este experto apunta que para reducir emisiones las compañías tienen como opción más barata invertir en sumideros naturales (reforestación, aforestación...).

Esta fórmula tecnológica puede ser una opción interesante para sectores que tienen muy difícil la reducción de emisiones, como la agricultura o la aviación, o industrias muy intensivas en energía y a las que les resulta difícil reducir el uso de combustibles fósiles, según este especialista.

Las grandes empresas intensivas en energía (térmicas de producción eléctrica, refinería, acero, cemento, papeleras), sujetas al mercado de derechos de emisión, están pagando ya ¡88,29 euros la tonelada de CO2no emitido! en el mercado europeo de compra venta de estos cupos, bajo la tutela de la UE.

“El elemento clave para lograr un bajo costo es la velocidad de los proyectos a escala industrial”, dice Climeworks, que confía en una mayor industrialización en este sector emergente para hacerlo competitivo. “Estamos convencidos de que el precio del carbono se situará en un rango de entre 100 y 200 dólares la tonelada de CO2cuando se comprenda completamente la urgencia y la necesidad de la eliminación de carbono, y se hayan creado e implantado los instrumentos de política correctos para ello”, señalan los portavoces de Climeworks.

Para que esta sea una solución que ayude a combatir la crisis climática de manera significativa, “se deberá desarrollar una nueva industria los próximos 10 a 20 años con capacidad para eliminar al menos 5.000 millones de toneladas de carbono para el 2050”, sostiene Climeworks.

Las políticas de incentivos públicos y subvenciones a los créditos para los proyectos que almacenan permanentemente CO2 atmosférico bajo tierra pueden dar un impulso a estas tecnologías. No obstante, hoy por hoy las reducciones de CO2 que consigan las empresas no tienen el amparo o el reconocimiento del sistema de comercio de emisiones, creado y tutelado por la UE.

La captura, uso y almacenamiento de CO2 (CCUS, por sus siglas en inglés) nace con vocación de ser una muleta para contribuir al balance de emisiones cero (neutralidad en carbono). La Agencia Internacional de la Energía estima que para el 2050 estas tecnologías deberían aportar entre un 8% y un 15% de las soluciones de descarbonización. Pueden ser una palanca útil para reducir emisiones en sectores muy intensivos en combustibles fósiles, y donde no existen alternativas viables por ahora para reducirlos (acero, cemento, química…). El CO2 retirado se puede enterrar, pero puede ganar un valor añadido con diversas aplicaciones. "Son proyectos que se construyen no sobre la captura directa del CO2 sino en torno a su aplicación final", dice Jacobo Canal Vila, experto de Repsol. HORMIGÓN. Empresas como Solidia han patentado una tecnología que permite emplear CO2 en lugar de agua en el fraguado del hormigón. E-FUEL (BIOCOMBUSTIBLE SINTÉTICO DE AVIACIÓN). Repsol tiene previsto levantar en el puerto de Bilbao una planta de demostración para producir e-fuel, un biocombustible para aviación que se obtiene a partir del hidrógeno generado con energía renovable y el CO2 capturado. (El hidrógeno se consigue mediante la hidrólisis del agua, lo que permite separarlo del oxígeno). Ese hidrógeno se combina con CO2 capturado de la refinería de Petronor, todo lo cual permite obtener un combustible sintético (biocarburante de origen no fósil). El reglamento ReFuelEU apuesta claramente por esta opción entre sus objetivos. La planta entrará en funcionamiento en el 2024

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